22 de septiembre de 2009

Zamora no se hizo en una hora

El fin de semana pasado Conchi y yo nos fuimos a conocer Zamora. Es lo bueno que tiene estar trabajando en Benavente, que ahora me dedico a hacer turismo por la provincia. Reconozco que para ser nuestra vecina la desconocía totalmente.

Y como ahora estoy tan metida en el mundo de la gastronomía, lo primero que hice fue preguntar a mis compañeros por restaurantes recomendados. Me dijeron varios, pero sobre todo El Rincón de Antonio, que es el único de Zamora ciudad con 1* Michelín.






La elección fue un acierto, disfruté como hacía tiempo de una buena comida. Conchi dice que a ella también le gustó, pero yo la conozco... y sé que prefiere un buen lechazo asado... jajajaja. Aún así lo comió todo y eso es buena señal.

Nos pusieron un aperitivo de queso zamorano en escabeche con compota de pera y nueces, delicioso.

De entrante tomamos una crema de queso con mejillones, berberechos, piñones y melón, exquisito.



Una delicatessen resultó los garbanzos de Fuentesauco (un pueblo al sureste de la provincia) con hongos.
Conchi se pidió de segundo bacalao con un cremoso de pimientos y yema. Riquísimo.




Yo pedí un pastel de cochinillo con rulo de calabaza, que fue el plato menos acertado para mí, porque el pastel estaba muy seco, aunque la calabaza muy rica.


Los postres también fueron exquisitos. Rollitos con harina zamorana rellenos de cremay helado de chocolate.


Y flan cremoso con pañuelo de leche de oveja.



Como nos gustó tanto el sitio por la tarde volvimos a tomarnos unos vinitos y de tapa yo me pedí una crema de tomate con gambas de Huelva. Hummmmmmmmmm.

Y Conchi una degustación de queso de Zamora, buenisimo.



Zamora es una ciudad castellana, pequeña y muy monumental. Nos sorprendió gratamente porque tiene una zona peatonal muy amplia y está muy bien cuidada. La gente resultó muy amable y atenta.
Por todas partes hay iglesias preciosas que revelan todo el arte románico que inunda la ciudad. Una joya artística viva.


Homenaje a los pasos de Semana Santa, tan famosos, sobrios e impresionantes.




En cualquier esquina te puedes encontrar maravillas como este pórtico románico.


La huella romana también está presente en Zamora y como muestra su puente romano, aunque ya restaurado a lo largo de los siglos.


Y como no, no pueden faltar las tiendas de productos de la tierran con unos zamoranos muy simpáticos en la puerta.


Zamora cuenta además con los restos de un Castillo que se cree data del siglo XI y que podría haber sido encargado por el rey Alfonso II. En la actualidad alberga el museo de Baltasar Lobo, un conocido escultor contemporáneo de Picasso y Matisse, y cuya restauración ha corrido a cargo de Moneo.
Aquí está Conchi meditando entre los muros del castillo.
Por todo el castillo hay "sembradas" varias esculturas del propio Lobo.





Y esta es la catedral, del siglo XII. Reconozco que cuando la ví la fachada me dejó un poco fría. Pero una vez que te vas fijando en los detalles vas apreciando su belleza austera.

Dentro se encuentra el Museo Diocesano con pasos de Semana Santa tan impresonantes como este.

En la planta superior hay un colección de tapices que te deja sin respiración, con escena de la Guerra de Troya. No hice fotos porque entiendo que son cosas delicadas y además... estaba prohibido hacerlas... aunque yo me salté la prohibición con el beneplácito del taquillero, que me dijo que si no me veía nadie...
Sin duda lo más impresionante de la Catedral es su cúpula de estilo bizantino y única en Occidente.

El exterior está cubierto de escamas.


Esta es la única puerta original que se conserva.


Después de nuestra visita cultural y gastronómica por Zamora nos acercamos a Miranda do Douro, la primera población pasando la frontera de Portugal. Allí se organizan excursiones en barco por los Arribes del Duero para apreciar la flora, la fauna y la geología del entorno.
Evidentemente lo de los cocodrilos era una chufla, pero como broma está simpática y da mucho juego para las fotos.

Desgraciadamente es muy complicado ver algún animal, afortunadamente vimos este águila real planeado y aunque la foto no es muy buena, se puede apreciar la embergadura de sus alas a pesar de que era una cría.


El paseo en barco fue de lo más relajante y agradable y las vistas preciosas.


Después del paseo nos ofrecieron una exhibición con un buho real así de impactante. Daba miedo mirarle a los ojos, además era una cría y el cuidador nos advirtió que ni se nos ocurriese tocarle... si queríamos conservar los 10 dedos.


Y después... degustación de un vinito de Oporto tinto y otro blanco, ideaaaal. Como era de imaginar cuando dan algo gratis aquello se volvió, como dice Conchi, un locurón, pero por fín conseguí nuestros vasitos para brindar agusto.




Ya de vuelta a España no pude evitar hacer una foto a lo que antiguamente fue la aduana, antes de pertenecer España y Portugal a la U.E. Se mantiene el cartel, la garita y la barra por si alguien se quería "colar" sin declarar las toallas y sábanas que hubiera comprado...


El tiempo que siga de ermitaña intentaré aprovecharlo al máximo para seguir descubriendo esta provincia maravillosa y alguna otra limítrofe.
Kissy kissy de vuestra Peggy al borde de la aduana...